Música

Tony Iommi, de Black Sabbath, y la historia de sus dedos mutilados que definieron el sonido del metal

Una lamentable suceso motivó a Tony Iommi, de Black Sabbath, a diseñar una forma para tocar la guitarra y nunca imaginó que cambiaría el metal.
sábado, 19 de febrero de 2022 · 11:49

Se cree que hay muchos requisitos para ser un músico, por ejemplo, hay una creencia de que los guitarristas necesitan sus dedos para crear melodías que llevan a otras dimensiones. Sin embargo, Tony Iommi mostró lo contrario cuando fundó Black Sabbath, la banda que marcó las bases del heavy metal.

El 19 de febrero de 1948, en la provincia Birmingham, Reino Unido, nació Anthony Frank Iommi, nombre real del guitarrista. Debido al duro golpe que recibió durante la Segunda Guerra Mundial y, más tarde, con los bombardeos el Ejército Republicano Irlandés, en su ciudad natal se respiraba un clima hostil donde la única manera de tener para vivir era trabajar como obrero.

¿Qué le pasó en los dedos a Tony Iommi?

A los 17 años, Tony Iommi ya había seguido los pasos de un parte de la sociedad de Birmingham al trabajar en una fábrica empujando placas de metal para ser comprimidas por una prensa. El guitarrista estaba a punto de irse a una gira con una banda local, cuando en su último día de trabajo, una parte de su mano derecha quedó atrapada en la maquinaria.

“Mientras que empujaba el metal en una máquina, me cayó sobre los dedos, ¡bang! Saqué el brazo y cuando lo sacaba, halé los extremos de mis dedos. Fui con varios doctores y ‘dijeron tus días de guitarrista han terminado’, yo estaba destrozado”, recordaría unos años después en una entrevista.

Un amigo cercano del músico le contó que algo similar le había sucedido a Django Reinhart, un guitarrista de jazz que perdió la movilidad en varios de sus dedos tras un incendio. Por ello, el jazzista inventó un sistema de digitación que le permitía seguir tocando. Gracias a esta historia, Tony Iommi se motivó a experimentar con algunas prótesis y así seguir haciendo lo que más disfrutaba.

En su momento, el guitarrista de Black Sabbath pensó en hacerse unas puntas que le cubrieran sus dedos, por lo que fundió y moldeó tapas de botellas para usarlas como prótesis. De hecho, su creación funcionó, sin embargo, se encontró con un pequeño problema: las cuerdas de la guitarra eran demasiado duras.

Tras una búsqueda para encontrar una solución, se percató que las cuerdas de banjo son más ligeras. Más tarde, bajó la afinación de su guitarra con el fin de tocarla con sus nuevas extremidades. Una vez que halló un tono bajo en el instrumento, sin percatarse, el músico británico había creado un estilo más profundo y oscuro del metal.  

Al unir su nuevo estilo con su gusto por el blues y el rock and roll, Tony Iommi logró tocar cono nunca antes se había escuchado. De hecho, este sello lo puso en la banda que fundó: Black Sabbath, cuyo nombre original iba ser Earth. Desde entonces, el guitarrista se ha destacado por su forma de rasgar las cuerdas de manera rítmica, crear progresiones y volverse un arquitecto de los riffs pesados y profundos.